Del mito al logos, creer en la ciencia
- José Morales

- hace 16 minutos
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En el siglo VI a. C., en la antigua Grecia, el pensamiento humano comenzó a intentar pasar de explicar el mundo mediante relatos míticos a explicarlo mediante la razón. Los primeros filósofos, como Tales de Mileto, empezaron a preguntarse por qué existían las cosas, por qué ocurrían y se atrevieron a intentar darles una explicación racional.
Romper con un paradigma siempre genera controversia, la creencia ofrece seguridad, la filosofía la cuestiona y la ciencia intenta explicar aquello que la filosofía plantea.
Hoy, 26 siglos después, seguimos en ese proceso de tránsito del mito al logos
La ciencia avanza cada día, pero no puede revocar al mito en su totalidad. El mito abraza a quien no comprende, y este se aferra a él para intentar tener una razón clara de lo que ve pero aún no concibe.
El desconocimiento puede generar miedo, y la incertidumbre puede hacer que no deseemos que llegue lo nuevo. Cuando finalmente llega y no lo entendemos, volvemos al mito porque nos hace creer que sabemos lo que pasó. El mito nos ayuda a simplificar una verdad demasiado compleja.
Incluso teniendo una explicación racional, la mente a veces intenta convencernos de que no es así, pues el mito ofrece una respuesta más placentera.
Cuando pasamos mucho tiempo creyendo algo, darnos cuenta de que no es cierto rompe nuestros esquemas.
Esto incluso puede generar rechazo hacia la verdad, la mente intenta suprimir aquello que perturba la tranquilidad.
El tiempo es un buen ejemplo de ello, lo medimos, lo esperamos, lo recordamos… pero no sabemos con una verdad absoluta realmente qué es.
La filosofía plantea las preguntas que la ciencia intenta responder, siguiendo el sueño humano de no tener que esperar a reaccionar. Entender el funcionamiento del pasado ayuda a intentar saber qué pasará, y si no entendemos lo que sucedió, creer que está controlado por un mito que podemos satisfacer, nos lleva a creer que podemos influir en que vuelva a ocurrir o nó.
Cuando la ciencia avanza, la realidad del conocimiento cambia, las preguntas ya no son las mismas. Una vez descrito el fenómeno causante, la siguiente pregunta es el porqué de ese fenómeno. La ciencia busca nuevas respuestas a preguntas de la filosofía, pero en ocasiones no es capaz de responderlas. Entonces, el mito se modifica y da una razón a esa nueva pregunta que, por ahora, se escapa a la verdad absoluta.
Sócrates decía que solo sabía que no sabía nada, Platón afirmaba que la ignorancia es la raíz y el tronco de todo mal, Aristóteles sostenía que cuanto más sabes, más sabes que no sabes, Séneca recordaba que ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige, San Agustín escribió que, si no le preguntaban qué era el tiempo, lo sabía, pero al preguntárselo, dejaba de saberlo, Descartes afirmó que dudar es el inicio de la sabiduría, y Werner Heisenberg nos advirtió que lo que observamos no es la naturaleza en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de observación.
¿Quién le iba a decir a los guanches que Guayota no era el causante de las erupciones del Teide?
Quizás el paso del mito al logos sea un proceso eterno y la ciencia nunca llegue a estar al nivel de un dios, pero la humanidad seguirá preguntándose quién es y por qué existe, y el día en que deje de hacerlo, perderá la esencia de lo que significa ser humano.


































