Una Bajada que inspira
- Iraya Hernández
- 23 may
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 26 ago


Hay bruma, frio y viento, es noche cerrada, aparcamos de chiripa. Los ojos abiertos apenitas del madrugón o de no dormir, la mochila lista, el gorro para las primeras horas, los buenos tenis para aguantar los casi 30 km de arribas, a bajos y llanos. A veces por empedrado, a veces por tierra, a veces por jable…Y ahí está… ya empieza el rebumbio. Ese sonido que retumba entre las paredes, agudo de los pitos, no sé cuántos, pero muchos. Alegre y variado el de las chácaras, tocadas por todos con jeito. Grave y estremecedor el de los tambores, enérgicos, duros, acompasados, inspirándonos a todos con su fuerza y resistencia. Emoción contenida hacia ella que nos mira con esos ojos expresivos, negros, grandes con compasión y ternura. Eco aguarecido y apretuñado en la ermita.
Empieza la venia, ya vienen con ella los pastores
Todas las almas acurrucadas empezamos el camino, no se apuren mucho que hay que subir se oye a lo lejos. Están los más viejos y los más jóvenes. Los primeros con más nostalgia, los segundos con más ganas de bureo. Muchos de los unos y de los otros con lágrimas en los ojos…Unos por barruntar que quizás es la última bajada que caminarán, otros por pura contaminación empática, tanta gente emocionada hace que el sentimiento de pertenencia te inunde. Están también los descriados con la magua de no tener el cuadril para tanto menester.
Se oye la voz femenina entre racha de viento y bruma “QUE COMIENCE TU BAJADA” EMOCIÓN ¿Qué tiene esta tradición que conmueve cada cuatro años a todo herreño y herreña que se sienta como tal?
Los que habitan en la isla lo sienten, los que nos fuimos a buscar otros objetivos fuera lo sentimos, los herederos de la tradición por parte de abuelos y abuelas migrantes lo admiran. Es todo tan idiosincrático que no puede dejar indiferente a nadie: la melodía sincronizada que te ayuda a seguir caminando, la ropa de los bailarines con sus gorros distintos, el baile hasta la extenuación de cualquier bailarín que se precie, lo variado geográficamente del camino, ella, la Virgen de Los Reyes… y el voto.
Ese voto solemne, antiguo, impertérrito de los pastores. Aun siendo generación X, Y o Z, no dejo de admirar a esos hombres solitarios, reflexivos, conocedores de su ecosistema como nadie, escuchadores del silencio, de las espigas de las nubes, del destino que lleva el viento. Esos hombres y mujeres de los que quizás soy tataranieta, que miraron el mismo cielo que el mío, pero con más penurias que yo. Y que, aun así, sin haber leído enciclopedias ni haber tenido diplomas, poseían la sabiduría que da la paciencia, la escucha y la tierra.
Agarrados a esa inteligencia natural como a un garrote, ofrecen todo lo que tienen a cambio de la esperanza de poder seguir. ¿Y que tiene para ofrecer un pastor de la dehesa de la isla casi más escorada de Europa? Su esfuerzo y su palabra para cumplirla.
Un esfuerzo juntos, todos diferentes pero juntos. Lo seguimos haciendo ahora porque ya se hacía mucho antes. Y esta devoción que es un encantamiento colectivo nos lleva a recordar la importancia de seguir (también en nuestra vida) … a pesar de que no siempre es cómodo, a pesar de que estemos cansados, de que a veces debemos ralentizar el paso para no perder a la gente querida que se va quedando atrás, de que, quizás en el camino se darán situaciones no tan agradables que no esperábamos, pero el camino es siempre hacia delante y tenemos que confiar que vamos a saber superarlo.
Ojalá nuestra tradición nos recuerde lo importante de ser resilientes, “de tener palabra” de continuar con esperanza, de lo que es el honor, de caminar hacia delante guiados por el legado de los que estuvieron y pensando siempre en dejar la mejor herencia para los que vendrán.
¡FELIZ E INSPIRADORA BAJADA 2025 PARA TODOS!